Buen dia, Norberto Vazquez para servirles, tengo 46 años y por azares del destino no pude terminar mi carrera de Ing en Sistemas, tengo 25 años trabajando con tecnologia, he tomado cursos, diplomados etc, para no rezagarme, actualmente soy Gerente de Soporte Tecnico en una empresa de publicidad, si en algo puedo ayudarles, aqui estoy.
Eje 1: Actividades 2 y 3
Eje 4 Unidad 1
El doctor Ismael Espinosa me abre sonriente las puertas del Laboratorio de Cibernética de la Facultad de Ciencias, de la UNAM. Son las nueve de la mañana en punto. Nos concede la entrevista en su despacho, saturado de libros, imágenes de paisajes futuristas y uno que otro robot de juguete.
¿Qué sueñan los que ahora están a la vanguardia de la inteligencia artificial?
—Creo que el hombre desea, desde hace mucho, a un amigo que lo acompañe en su viaje por el cosmos. Hace milenios se inventaron las marionetas, después los androides animados por complejos mecanismos de relojería, como el famoso jugador turco de ajedrez, que incluso le ganó a Napoleón una partida (años después se descubrió que en su interior había estado escondido un enano). Los robots del futuro harán que los prototipos actuales se parezcan a aquellos llenos de engranes del siglo XVIII.
¿Y cómo serán esos robots?
—Quizá sean robots biológicos. Definitivamente la clonación es un fuerte competidor de la robótica como la conocemos. Ya se puede clonar fibra muscular mucho más fuerte que la nuestra, u órganos internos tan complejos como el corazón.
¿Se puede clonar un cerebro?
—Aún no, pero ya trabajamos en las redes neuronales, que intentan ser la copia electrónica del funcionamiento de un cerebro. Actualmente usamos redes pequeñas, pues cuando éstas son muy complejas, se pierde el control y ya no sabemos exactamente qué está ocurriendo ahí dentro.
¿Qué diferencia existe entre las redes neuronales y las computadoras actuales?
—Mucha. Las redes neuronales están conectadas entre sí de manera que la información no se almacena en un solo lugar, sino que está repartida, y cada neurona puede activar o inhibir el funcionamiento de las otras. Esto quiere decir que si la computadora recibe un golpe que destruya una parte de la red, ésta puede seguir funcionando. Pero lo que se busca es reproducir la capacidad de aprender.
¿Cómo va el estudio de la robótica en México?
—Un poco atrasado. Las redes neuronales comenzaron a usarse desde los años 60, pero entonces, cuando yo traje ese concepto a México y me tildaron de loco, ni siquiera me dieron acceso a las computadoras que se tenían, así que perdimos muchos años. Ahora, que ya se sabe qué son y qué alcances tienen, todos quieren saber de redes neuronales. Por otro lado, la robótica es una ciencia muy compleja, que necesita ingenieros en computación, ingenieros mecánicos y electrónicos, matemáticos y hasta expertos en fisiología. Desarrollar un robot requiere de equipos multidisciplinarios que no siempre son fáciles de armar. Finalmente, sólo quisiera agregar que por más que avancemos en el campo de la inteligencia artificial, siempre sentiremos que hay una especie de enano escondido dentro de los robots.
• Las máquinas carecen de mecanismos intuitivos y se basan sólo en el método automático de prueba y error; por ello, no tienen la capacidad de reaccionar ante situaciones inesperadas ni la posibilidad de generalizar acontecimientos distintos.
• Las máquinas carecen de creatividad, aspecto hasta ahora totalmente humano. En las máquinas no existe una interrelación creativa, y los cambios de contexto no implican una modificación sustancial entre sus circuitos y programas; el medio circundante no modifica estructuralmente sus funciones.
• La mente humana está provista de valores producto de la interrelación social; al carecer de aquéllos, las máquinas no pueden evolucionar o autoperfeccionarse.
Ser un estudiante en la modalidad que ofrece la UnadM, facilita el poder iniciar y/o continuar los estudios, ya que al tratarse de una plataforma abierta, en linea y a distancia, nos permite atender clases sin descuidar las actividades que actualmente estamos realizando, que en muchos de los casos que he leido de los compañeros son laborales.
Creo que la mayoria de las personas que estamos atendiendo estos cursos tenemos un claro conocimiento del manejo y uso de las herramientas que la plataforma UnadM nos ofrece.
Y si acaso teniamos alguna duda sobre el uso de la plataforma, el Eje 1 nos da una vision clara y precisa de como desenvolvernos en la misa para lograr los objetivos.
Lectura y Escritura Exploratoria
La inteligencia artificial ¿Hacia dónde nos lleva?
Un vistazo al sueño humano de la creación
Cuando en los años cuarenta se pusieron a funcionar las primeras
computadoras (esos roperos de metal, llenos de bulbos) se les llamó
“cerebros electrónicos”, ya que podían hacer sumas. Esto hizo imaginar a
muchos: “Mañana las máquinas conversarán con nosotros”. Y entonces el
cine, los dibujos animados y la televisión se poblaron de robots
“inteligentísimos”
La industria de las computadoras no dejó de evolucionar y, de pronto,
aquellos enormes aparatos con grandes cintas de carrete se volvieron
pequeños y mucho más fáciles de operar. Un día ya tenían un monitor y un
teclado para comunicarnos con sus circuitos. Al día siguiente
aparecieron en nuestras casas las computadoras personales y hoy están
por todos lados, volviéndose indispensables. Los niños de hoy viven en
un mundo que, por lo menos en parte, la ciencia ficción imaginó hace 50
años.
¿A nuestra imagen y semejanza?
La palabra robot, acuñada en 1921 por el escritor checo
Karel Capek, ya ha dejado de ser sinónimo de androides metálicos que van
moviendo sus brazos como tentáculos, mientras avanzan sobre sus
rueditas por el planeta de las Amazonas Sicodélicas. Los robots serán
parte de nuestra vida cotidiana.
Procurando ese sueño, el industrial estadounidense
Joe Engelberg construyó un prototipo en los años cincuenta, y en la
década siguiente vendió su primer robot útil. Pero realmente los robots
dejaron de ser ficción en los años ochenta, cuando brazos gigantes que
se movían obedeciendo un programa predeterminado, desplazaron a los
obreros en las fábricas automotrices de Japón. Y aunque la robótica
tiene el objetivo de poner a las máquinas a trabajar en todas las áreas
posibles, esto es caro y complicado.
En los Estados Unidos han logrado crear un modelo que es capaz de
caminar, captar el movimiento de una pelota en el aire y cacharla con su
mano mecánica. Sin embargo, para ejecutar un movimiento tan sencillo,
el costoso robot (que asemeja más a una maraña de alambres y pistones
hidráulicos que a un humano) está conectado a varias computadoras que
trabajan a su máxima capacidad intentando coordinar lo que detectan los
“ojos” (varias cámaras de video) y el movimiento del brazo y la mano.
Aunque es cierto que Mike —otro robot acoplado a una lavadora rodante
que limpia, pule y abrillanta pisos— es aún tan caro que cuesta menos
tener un empleado que lo haga, no siempre será así. Un día, la
producción en masa hará a los robots baratos. Si algunos tendrán una
figura semejante a la nuestra, está por verse. Lo que parece más
factible es que sus cerebros electrónicos tengan algún grado de
inteligencia.
¿Puede la inteligencia ser artificial?
La inteligencia artificial (IA) puede definirse como el medio por el
cual las computadoras, los robots y otros dispositivos realizan tareas
que normalmente requieren de la inteligencia humana. Por ejemplo, la
resolución de cierto tipo de problemas, la capacidad de discriminar
entre distintos objetos o el responder a órdenes verbales. La IA agrupa
un conjunto de técnicas que, mediante circuitos electrónicos y programas
avanzados de computadora, busca imitar procedimientos similares a los
procesos inductivos y deductivos del cerebro humano. Se basa en la
investigación de las redes neuronales humanas y, a partir de ahí, busca
copiar electrónicamente el funcionamiento del cerebro.
El avance en la investigación de las redes neuronales va ganando
terreno a una velocidad espectacular. Entre sus aplicaciones destaca la
poderosa computadora Deep Blue, que puede vencer a cualquier
jugador de ajedrez: no sólo tiene gran cantidad de jugadas programadas,
sino que aprende de su adversario, por lo que se va volviendo capaz de
adelantarse a las decisiones de su enemigo y hundir sus estrategias
antes de que prosperen.
Esas redes también se han usado en los autos robot, que pueden
circular por las autopistas a una velocidad normal con un excelente
margen de seguridad, y de hecho han cruzado la Unión Americana de costa a
costa sin que el conductor tuviera que tocar el volante o los pedales.
Persisten dos problemitas: la cajuela continúa atiborrada de equipo y
cuestan un dineral. Pero siguiendo esta línea de avance, es posible que
en la próxima década sea común que en la central de autobuses una
máquina pregunte al pasajero si desea viajar en un autobús conducido por
un humano o guiado por computadora; este último servicio será más
seguro y por lo tanto más caro. Se espera que en poco tiempo, imitando
el funcionamiento de nuestro cerebro, las computadoras ya no tendrán un
gran procesador, sino miles (y más adelante millones) de pequeños
procesadores totalmente interconectados entre sí, lo que permitirá la
maravillosa capacidad de aprender a través de experiencias recogidas por
los “sentidos” de la máquina (cámaras de video, micrófonos, etcétera).
A la vanguardia de la IA
Entrevista con el doctor Ismael Espinosa Espinosa.El doctor Ismael Espinosa me abre sonriente las puertas del Laboratorio de Cibernética de la Facultad de Ciencias, de la UNAM. Son las nueve de la mañana en punto. Nos concede la entrevista en su despacho, saturado de libros, imágenes de paisajes futuristas y uno que otro robot de juguete.
¿Qué sueñan los que ahora están a la vanguardia de la inteligencia artificial?
—Creo que el hombre desea, desde hace mucho, a un amigo que lo acompañe en su viaje por el cosmos. Hace milenios se inventaron las marionetas, después los androides animados por complejos mecanismos de relojería, como el famoso jugador turco de ajedrez, que incluso le ganó a Napoleón una partida (años después se descubrió que en su interior había estado escondido un enano). Los robots del futuro harán que los prototipos actuales se parezcan a aquellos llenos de engranes del siglo XVIII.
¿Y cómo serán esos robots?
—Quizá sean robots biológicos. Definitivamente la clonación es un fuerte competidor de la robótica como la conocemos. Ya se puede clonar fibra muscular mucho más fuerte que la nuestra, u órganos internos tan complejos como el corazón.
¿Se puede clonar un cerebro?
—Aún no, pero ya trabajamos en las redes neuronales, que intentan ser la copia electrónica del funcionamiento de un cerebro. Actualmente usamos redes pequeñas, pues cuando éstas son muy complejas, se pierde el control y ya no sabemos exactamente qué está ocurriendo ahí dentro.
¿Qué diferencia existe entre las redes neuronales y las computadoras actuales?
—Mucha. Las redes neuronales están conectadas entre sí de manera que la información no se almacena en un solo lugar, sino que está repartida, y cada neurona puede activar o inhibir el funcionamiento de las otras. Esto quiere decir que si la computadora recibe un golpe que destruya una parte de la red, ésta puede seguir funcionando. Pero lo que se busca es reproducir la capacidad de aprender.
¿Cómo va el estudio de la robótica en México?
—Un poco atrasado. Las redes neuronales comenzaron a usarse desde los años 60, pero entonces, cuando yo traje ese concepto a México y me tildaron de loco, ni siquiera me dieron acceso a las computadoras que se tenían, así que perdimos muchos años. Ahora, que ya se sabe qué son y qué alcances tienen, todos quieren saber de redes neuronales. Por otro lado, la robótica es una ciencia muy compleja, que necesita ingenieros en computación, ingenieros mecánicos y electrónicos, matemáticos y hasta expertos en fisiología. Desarrollar un robot requiere de equipos multidisciplinarios que no siempre son fáciles de armar. Finalmente, sólo quisiera agregar que por más que avancemos en el campo de la inteligencia artificial, siempre sentiremos que hay una especie de enano escondido dentro de los robots.
¿Qué podemos esperar en el futuro?
Se han hecho cuantiosas predicciones de lo que la aplicación de las
técnicas de IA traería en el futuro; algunas podrían ser realidad en
poco tiempo y otras parecen francamente especulativas. Echemos un
vistazo:
En el terreno de las computadoras personales, la velocidad de un
procesador será enorme y no podremos agotar su memoria ni cargando
ciclos enteros de cine ruso, que podremos ver doblados al español con
una voz idéntica a la de los actores. Serán gobernadas con la voz:
“Actívate”. Quizá ya no sean necesarios los monitores; unos anteojos
inalámbricos de realidad virtual nos mostrarán cómo va quedando nuestro
texto. Los teclados también serán tan obsoletos como ahora lo son las
tarjetas con hoyitos; en vez de teclear, quizá podremos plasmar palabras
en la memoria de la computadora con sólo imaginarlas, gracias a una
discreta placa (chip) adherida a nuestra frente. Una voz
agradable nos dirá al oído que hemos cometido un error de sintaxis y nos
proporcionará, si lo deseamos, una lista de posibles soluciones. En
lugar de usar el “ratón”, podremos manipular el texto (o el dibujo, o lo
que sea) con el movimiento de nuestros ojos, que será detectado por un
inofensivo rayo láser.
La red Internet, que llegará a nuestra casa a través del cableado
óptico, transportará inmensas cantidades de información que serán
cargadas en nuestra computadora en décimas de segundo. Las imágenes
aparecerán instantáneamente y nos reiremos de la época en que una página
tardaba hasta 10 minutos en “bajar”. Por medio de la red podremos
acceder a cualquier programa de televisión o radio que se transmita en
cualquier parte del mundo, con una traducción impecable, o guardarlo en
la memoria de la máquina si deseamos verlo más tarde, como si fuera una
videocasetera. Pero si algún amigo se perdió de ese programa, se lo
enviaremos a su terminal en segundos. Los estudiantes tendrán cada vez
más clases virtuales en las que accederán directamente a los
bancos de información de la universidad y se comunicarán con sus
maestros sólo para resolver dudas o exámenes.
Pronto los robots comenzarán a desplazar al personal que nos atiende
detrás de las ventanillas. Una máquina podrá perfectamente cambiarnos un
cheque y resolver de manera satisfactoria las dudas sobre nuestro
estado de cuenta. El cajero automático del cine recibirá nuestro dinero
(o una tarjeta) para darnos a cambio entradas para la película en el
horario que le indiquemos. Y así será en los aeropuertos, las estaciones
de ferrocarril y en todas partes donde ahora hay ventanillas ocultando a
empleados que aguardan impacientes la hora de salida.
Es muy probable que la economía cambie. Quedarán en el pasado los
tipos de traje peleándose a gritos en las casas de bolsa. Las
computadoras, conectadas en red a los indicadores bursátiles de todo el
mundo, moverán los capitales de un lugar a otro, sin que sea necesaria
la voluntad humana, obedeciendo tan sólo a agresivos programas que
beneficiarán a los dueños del dinero, sin importar si una nación se
hunde en una pavorosa crisis en algunos instantes.
Los edificios “inteligentes” serán comunes. Al llegar a casa la
puerta se abrirá con el sonido de nuestra voz. Sensores dispuestos en
cada rincón encenderán la luz de la habitación a la que entremos y
dejarán a oscuras la que ha quedado sola, ahorrando electricidad. La
temperatura también será regulada por la computadora central para
ofrecernos un clima privado a nuestro gusto. Verbalmente activaremos la
televisión, el aparato de sonido o cualquier otro electrodoméstico
conectado a nuestra ama de llaves cibernética. Por las mañanas, el
desayuno que dejamos en el microondas comenzará a prepararse; en la
radio la estación de nuestra preferencia nos despertará mientras el
calentador se ajusta para que nos demos una ducha deliciosa. Al salir
podremos estar tranquilos porque la casa estará capacitada para detectar
a posibles intrusos y, en caso dado, la alarma se activará a la más
mínima insinuación de peligro, dando aviso a los cuerpos de seguridad.
Si llega a haber una guerra global, ésta podría ser nombrada por los medios como “The Robot War”,
en la que los pilotos controlarían por realidad virtual pequeños y
mortíferos aviones, helicópteros y tanques a cientos de kilómetros del
campo de batalla sin arriesgar un solo cabello.
Es muy probable que en pocos años, robots cirujanos realicen
complejas intervenciones utilizando el instrumental quirúrgico con la
precisión de una impresora.
Algún día, el Sojourner, el robot que exploró Marte, será
una caja de zapatos comparada con los que llegarán a ese planeta, no
para posar un espectrómetro sobre las piedras, sino para construir los
centros urbanos de los primeros colonizadores. La última frontera serán
los robots biológicos autorreplicantes que poblarán en nuestro nombre
otros sistemas solares hasta hacerlos habitables para nuestra especie.
¿Pueden pensar las máquinas?
Se ha logrado dotar a las máquinas de información útil que pueden usar en un ámbito especializado, por ejemplo para recorrer una trayectoria de obstáculos y memorizarla o para ejecutar algunos procesos complejos, pero el pensamiento humano es otra cosa: nuestro cerebro posee aproximadamente 10 mil millones de neuronas y si todavía no sabemos exactamente cómo se interrelacionan para “pensar”, mucho menos podemos reproducir en una máquina ese proceso. Hay muchos aspectos que diferencian al cerebro humano de los sistemas desarrollados por la inteligencia artificial, entre ellos:• Las máquinas carecen de mecanismos intuitivos y se basan sólo en el método automático de prueba y error; por ello, no tienen la capacidad de reaccionar ante situaciones inesperadas ni la posibilidad de generalizar acontecimientos distintos.
• Las máquinas carecen de creatividad, aspecto hasta ahora totalmente humano. En las máquinas no existe una interrelación creativa, y los cambios de contexto no implican una modificación sustancial entre sus circuitos y programas; el medio circundante no modifica estructuralmente sus funciones.
• La mente humana está provista de valores producto de la interrelación social; al carecer de aquéllos, las máquinas no pueden evolucionar o autoperfeccionarse.
¿Y la gente?
Al parecer la inteligencia artificial promete un mundo fantástico,
pero ¿realmente lo será? ¿Qué pasará, por ejemplo, con la enorme
cantidad de seres humanos que no tienen acceso a la educación ni a la
tecnología?, ¿qué pasara con las relaciones humanas y con la economía,
con la enorme brecha entre ricos y pobres, entre desarrollo y
subdesarrollo? No sabemos a ciencia cierta cuál será el futuro de la
humanidad, pero sí sabemos que indudablemente cambiarán las relaciones
de producción y quizá de comunicación. Es altamente probable, por
ejemplo, que se agrave aún más el problema del desempleo; que se
transformen radicalmente los conceptos de ocio y tiempo libre; que
cambien las relaciones laborales entre patrones y trabajadores; que haya
una revolución aún mayor en cuanto al acceso a la información y que se
agudicen las diferencias entre países hacedores de tecnología y de
aquellos históricamente dependientes. Es casi seguro que la inteligencia
artificial y el desarrollo tecnológico subsecuente estarán al servicio
de una minoría. Si por el contrario, el desarrollo tecnológico –y
específicamente la inteligencia artificial— se utiliza para lograr que
todos en este planeta logremos un mejor nivel de vida en estricta
relación con el medio ambiente, tal artificio será realmente
inteligente.
Fuente: http://www.comoves.unam.mx
Saludos compañero Norberto, gracias por compartir tu experiencia, estamos en contacto.
ResponderBorrarhttp://experiencia-unadm.blogspot.mx/
Excelente trabajo compañero.
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